Abuelo
No sé bien, abuelo, si hago bien. Tú no estás ahí. Tal vez no figurabas. O te protegieron tus hermanos, por ser más pequeño. O tal vez..., no sé abuelo, no sé. Tampoco sé cómo un día llegué aquí, pero no te preocupes, abuelo. He difuminado los nombres de tus hermanos, tal vez como tú difuminabas el hueco de tu brazo derecho. ¿O era el izquierdo? No sé bien, abuelo. Pero aún hoy recuerdo ese hueco en el pliegue de tu brazo. Una herida de bala, decías. O acaso lo decía la abuela cuando contaba cómo fuiste a Valencia. ¿O fuisteis todos? No sé. No lo recuerdo. La verdad, te digo: no sé bien, abuelo, porque nunca se hablaba de eso. Aún hoy nunca se habla de eso: mamá (ya una anciana mucho más venerable que tú cuando nos dejaste) se pone nerviosa si sacamos el tema así que nunca hablamos de ello. Es mejor así, ¿no crees? Al final, sólo era una hondonada en tu brazo izquierdo. ¿O era el derecho? Si hago mal, perdóname, madre; perdóname, abuela; perdóname, abuelo. 14 de abril ...