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Mostrando entradas de mayo, 2024

Desierto, Al Berto

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Al perder la visión, decidí ser fotógrafo. Lo que me llevó a tomar esta decisión fue la cantidad de imágenes surgidas en mi mente (tras un prolongado periodo de oscuridad absoluta) . Primero, desenfocadas, sin contornos ni volumen; después, poco a poco, los elementos que las componían se fueron definiendo, y se volvieron reconocibles. Por fin pude ver lo que mi mente creaba; y, al menos que yo recordase, ninguna de las imágenes se parecía a las que, quizá, había visto antes de perder la visión. Decidí pedir ayuda a C.: le describía minuciosamente lo que pretendía fotografiar. Si era un paisaje, por ejemplo, le pedía que me encontrase uno en todo semejante a aquel descrito por mí. C. pasó a ser mis ojos. Pero C. no podía ver mi paisaje y yo jamás sabría si el que fotografiaba era igual —o parecido— al que yo deseaba fotografiar. Y si por casualidad describía el mismo paisaje a B. (y no a C.) pidiéndole que, enseguida, me describiera el que veía impreso en el papel, me percataba de que

Gaza

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Gaza EnDIOSad@s l@s adult@s en su mundo de elegiDIOS. Y, entre tanto gallo negro y tanto gallo enrojecido, desfalleciDIOS miran atónit@s tod@s l@s niñ@s: Hay cosas que no pueden ser: son sinsentiDIOS:   "¿Se olvidaron l@s adult@s  que somos nosotr@s l@s niñ@s   niñ@s tod@s, y solo nosotr@s, l@s elegiDIOS?" Primera edición: ÍndigoHorizonte 2014, de trazos e imagen. 23/07/2014, 0:05. Reedición (...y seguimos PEOR): ÍndigoHorizonte 2024. 09/05/2024, 16:28.

Poesía y gateras

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Hay austeridades y austeridades  y ventanas y gateras. Curioso el modo en que, cuando una puerta se cierra, pueden abrirse un mundo nuevo. Mezclo hoy sensaciones mías, y ajenas.  Cuando un jueves cualquiera te levantas con un cúmulo de tareas, de pronto, algo te ayuda a sonreír, de nuevo. Un escaparate de una nueva librería y  Rilke,  en el centro. Y las alegrías viejas se hacen nuevas. Pero los tiempos no permitían grandes lujos y ya era uno saborear la poesía en mayúsculas, desde lejos. Unas semanas más tarde, volví a pasar por la puerta de esa  librería y allí estaba el libro Paul Auster, Poesía completa , en traducción y prólogo de  Jordi Doce . Esta vez, puse límites a las limitaciones de esta crisis impuesta desde fuera y, también, desde dentro y, que me perdone Rilke, entré en la librería con Auster en la cabeza. Pregunté por el precio del libro, casi como una estrategia para ocultar mi alegría, o para tener más tiempo de saborearla. Ya no sé bien. No presté mucha a