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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Tinta

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Imagen de:  nuria p. serrano,   Índigo Horizonte . Primera edición de esta entrada: Índigo Horizonte 2011. Reedición: Índigo Horizonte 2016.

Hilo dorado

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Con la espuma de los días haré un hilo dorado como aquel de la fuente. ¿Recuerdas? Ese hilo de nogales. Con la espuma de los días en las yemas de mis dedos tejeré. Tejeré en la urdimbre de lo más pequeño: lo que pocos oyen, lo que pocos ven, lo que apenas los espíritus libres husmean en las horas locas del sueño. Ese tránsito en neblina de lo bello. Y el hilo poblará mi frente. Y tejeré. Y la fuente y el nogal tejerán también. Tú aún no lo sabes. Y, aunque aún no has venido, llegarás. Y, aunque no quieras irte, te irás. Como tantas otras. Como tantos otros. Y engarzado en la trama de lo bello quedarás. Trazos e imagen:  nuria p. serrano,   Índigo Horizonte 2016. Primera edición de esta entrada: Índigo Horizonte 2011.

La efervescencia de la gaseosa

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Esa tarde del verano de 2011 eran tiempos de feria moderna, perdida ya la gracia de los caballitos y los algodones de azúcar de las antiguas ferias. Y justo esa tarde empezaste tú a desgranar para mí tus ferias, esas primeras alegrías de infancia cuando, con tu padre y tu hermana, te acercabas a olores, colores y sabores de antaño: garrapiñadas, turrones... Era verano. Hacía calor. Un calor sofocante como hace en los veranos de la Mancha. Y tú esperabas ansioso vuestra llegada a los puestos de los feriantes. Antes, ya te anticipabas al picoteo en la lengua y en la garganta. Casi eran las once de la noche pero aún hacía mucho calor. Tu padre sacaba los “cuartos” de su monedero. Ya casi había llegado el momento. Tus papilas se exaltaban. Observabas con calma el monedero y las dos monedas que tu padre entregaba al feriante a cambio de dos botellas de gaseosa, una para ti, otra para tu hermana. Paciente esperabas. Tomabas la botella de gaseosa la Pitusa entre tus manos y sentías e

Entre silencios

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Ven. Ven a susurrarme silencios al oído. Ven a darme tu boca y tus recuerdos. Ven a contarme despacio entre silencios. Ven entera y desnuda, con la piel y el goce aferrado aún a las yemas gastadas de tus dedos. Y yo, despojado de estas arrugas que habitan mis ramas escotadas, cándido pese a esta incipiente senectud que viste ya mi tronco, te recibiré.   Y sin hojas, deshilachado y blanco, de tan incierto, perdido en su delirio, desde su ventana la vio rebasando límites, mordisqueando el lóbulo que, en su niñez, ya anunciaba que se convertiría en el más bello de la tribu de los Masai. Texto de: nuria p. serrano,   Índigo Horizonte . Primera edición de esta entrada: Índigho Horizonte 2011. Reedición y fotografía: Índigo Horizonte 2016. Escribí entre silencios en 2011, en un París de tejados blancos.

Roald Dahl y la magia

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Quienes no creen en la magia nunca la encontrarán. Hay una pareja de golondrinas que lleva los seis últimos años haciendo el nido exactamente en el mismo lugar, en una cornisa de madera del cobertizo de las herramientas y, a mí, me sorprende verlas alzar el vuelo y recorrer en otoño miles de millas hacia el norte de África con sus polluelos y, luego, seis meses después, volver a encontrar su camino de vuelta y llegar al mismo cobertizo de madera en Gipsy House , Great Missenden . Es un milagro y hasta los ornitólogos más sabios del mundo siguen sin poder explicar cómo lo logran. Texto original: Roald Dahl , en The Roald Dahl Treasury .´ Traducción al castellano: nuria p. serrano , Índigo Horizonte . Primera edición de esta entrada: Índigo Horizonte 2010. Reedición y fotografía: Índigo Horizonte 2016. La entrada de hoy es la séptima y última "rescatada" de 2010: terminamos ese año con esa dama tantas veces olvidada y que, de improviso, vuelve y nos abraza. El pró

hay días en que recordamos o percibimos todo, José Rui Teixeira

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hay días en que recordamos o percibimos todo la silueta de las ciudades en el horizonte la distancia que hay en los caminos que rasgan los corazones como si fuesen cosechas de trigo el nombre de ciertas cosas que solo sentimos en un abrazo después pasamos la mano por el granito como si fuésemos el tiempo y como si la vida no fuese sino un destello que atraviesa la rendija de la puerta del cuarto oscuro y entonces descubrimos en uno de esos rostros que miramos que la vida podía ser otra y que seríamos felices en otra sonrisa si le entregásemos enteros nuestros labios hay días así en que recordamos y percibimos todo como si todo nos fuese inmensamente cercano como si cada día naciese y muriese en un abrazo como si la vida cupiese en un poema Poema original de José Rui Teixera . Su poesía reunida puede leerse en su libro Diáspora , publicado en edición trilingüe: portugués, inglés y castellano. Traducción: nuria p. serrano , Índi

Todas las luciérnagas

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Todas las luciérnagas Te amaba. Lucían todas las luciérnagas . Me pediste una luciérnaga. Alcé la mano lejos. Busqué. Entre los árboles. Entre el rocío. Entre la grama. Lejos. Me afané. La hallé. Para ti. Te amaba. Lucían muchas luciérnagas. Me pediste otra luciérnaga. Icé mis ojos lejos. Atrapé el arco iris. Atrapé las estrellas. Atrapé el universo. Entero. Para ti. Te amaba. Llené mis manos de luz. Me hice luciérnaga. Para ti. Y quise buscar más luciérnagas. Para ti. No las encontraba. Me afanaba. Buscaba. Lloraba. En vano. Ya no quedaban luciérnagas. Para ti. Te amaba. Pedí luciérnagas. Busqué estrellas. Imploré luz. Para ti. Vi un destello. Lejos. Muy lejos. Lo atrapé. Te lo di. Gozaste. Creías tener todas las estrellas. Todas las luciérnagas. Me miraste. Te miré. Sonreíste. Sonreí. Y me rogaste. Me pediste. Me exigiste: ¡Aplasta todas las luciérna

Teresa

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¡ Y no viene nadie! ¡Nunca viene nadie! ¡Sí, cuánto me queríais...! ¡Cuánto me queríais...! ¡Y te queremos, Teresa , te queremos! ¡Lo que quiera Dios, Teresa, bonita, lo que quiera Dios!, decía una intrusa. ¡Y no tener ningún alivio! ¡Cuánto me queríais...! ¡Y te queremos, Teresa, te queremos! Tras esta letanía, no pude dejar de pensar que lo más humano sería ayudarte a morir aunque sabía que ni lo harían ni lo aceptarías. Entonces, te agarré del brazo. Te besé la cara, Teresa. Te intenté transmitir algo de calor, un poco de ternura, puse mis manos en tu cara, en tus brazos, en tu cabeza. Y tú, Teresa, dijiste: "¡tienes las manos muy calientes!" Te hablé de la familia. Me quedé callada a tu lado, acariciándote, tocándote. Y tú repetías: ¡Sí, cuánto me queríais!. ¡Y te queremos, Teresa, te queremos! Después, te trajeron la comida e hiciste el esfuerzo de comer un anodino puré naranja. ¡Siempre lo mismo! ¡Siempre lo mismo! ¡Luego, el yogur, de limón! Ter

Prévert en Cambridge

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Y seguimos con otra antigua entrada sobre  Jacques Prévert .  Los recuerdos de mi paso por Cambridge son escasos y nebulosos. Tenía entonces 23 años. Trabajaba y vivía en Inglaterra y pasaba un fin de semana fuera de mi lugar de residencia habitual. Llegamos a Cambridge en una caravana de dos amigos: Rosemary y Clive. En total, éramos cinco personas y tres nacionalidades: dos jóvenes españolas, una joven francesa, y Rosemary y Clive, dos ingleses de mediana edad. Solo vagamente me viene a la memoria el rostro de la francesa que residía con mi amiga española en casa de Rosemary y Clive. Se me agolpan los recuerdos de ese año en Inglaterra, de una nevada inmensa, de la lluvia, de las risas, pero son escasos los de mis dos días en Cambrige. Y aun así intensos: alguna calle perdida, alguna piedra y el tenue olor de una enorme librería. Allí nos llevaron Rosemary y Clive. Y allí, de entre los estantes de los poetas franceses, la joven francesa me recomendó un libro en francés que

A mi casa usted vendrá... de Jacques Prévert

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Al menos tres grandes pasiones mías han ido conformando gran parte del imaginario de este blog desde que nació en 2010: la poesía, la traducción y la fotografía.  La fotografía es mi devoción más joven: su primer guiño lo recibí en 2008.  La palabra y la poesía han formado parte de mi universo desde que tengo recuerdos. La traducción llamó por primera vez a mi puerta  a los 14 ó 15 años, cuando traduje un extracto de la Eneida del latín al castellano. Hoy os dejo una entrada retrospectiva con mi traducción de uno de los poemas que forman parte de la cabecera de este blog: Dans ma maison tu viendras ... del poeta francés Jacques Prévert . En esta entrada de 2010, solo incluí el inicio y el final del poema. Luego, en otra entrada de 2014 , traduje el poema completo y lo acompañé de dos imágenes en las que se puede apreciar la evolución en mis fotografías. Así comienza el poema: A mi casa usted vendrá  En realidad no es mi casa  No sé de quién es  Entré sin más un buen día 

Quero ser o teu amigo, de Fernando Pessoa

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Tras una prolongada ausencia, vuelvo con una retrospectiva de algunas de las entradas de los siete años de vida de este blog que inició su andadura el 26 de mayo de 2010. Hoy traigo el que en su día fuera mi primer paso en índigo. Quiero ser tu amigo. Ni más ni menos. Ni muy lejano ni muy cercano. En la medida más precisa que yo pueda. Pero sin medida amarte y enraizarme en tu vida, de la manera más discreta que yo sepa. Sin quitarte libertad, sin sofocarte jamás. Sin forzar tu voluntad. Sin hablar cuando sea hora de callar. Y sin callar cuando sea hora de hablar. Ni ausente ni presente en demasía. Sencillamente, serenamente, ser tu paz. ¡Es bello ser amigo, pero confieso: es tan difícil aprender! Por eso te pido paciencia. Voy a colmar tu rostro de añoranzas. dame tiempo de acortar nuestras distancias… Original: Fernando Pessoa Fotografía y traducción:  nuria p. serrano, Índigo Horizonte 2010.  Primera edición de la entrada. Índigo Horizonte 2010. Reedició