Juegos y cántico



Cuando las veo jugar,








cuando me demoro,
observándolas.




Cuando percibo sus juegos,
a veces rudos,
intensos,





Cuando las veo jugando
con el gozo de jugar,
de abandonarse al juego,




Cuando las veo mordiéndose
con el  tiento de no dañar,
hincándole el diente al juego,




mordiendo el lóbulo del gozo,




y de la calma, al mirar,
juntas ambas, sin más.




Entonces, pese al cántico
de las mil y una sirenas,
el viaje a Ítaca parece jugar a la eternidad.

Índigo, de imágenes y trazos.

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