Poema para una foto, Antonio Gracia
©Índigo-2014 (nuria p.serrano), de la imagen.
El sol muriente anega el
horizonte
y deja su penumbra entre las
piedras
herrumbrosas. El árbol centinela
como un viejo guardián, los
matorrales
y la púrpura cana del ocaso
ponen su rostro fantasmal y
herido
al paisaje que abraza mi retina
y me hace amar la vida aún más
que antes,
pues toda muerte empuja a la
existencia,
no al ansia de morir.
¡Mirad el esqueleto de la tarde
devanándose en verdes, la
oriflama
del esplendor perdido; pero ved
el blanco preludiando el nuevo
día,
regresando a la luz de otra
mañana
nacida del cadáver de la noche!
Qué pincel indeleble es la
mirada
de una fotografía sensitiva,
porque atrapa el instante
fugitivo
y muestra la existencia que
tremula
en el rostro de la mortalidad.
en el rostro de la mortalidad.