A água nasce abraçada ao fogo...




E e a água nasce abraçada ao fogo... quei(mar)...!

Tomo prestadas estas palabras de Luciana en su comentario a  Volver al agua, para dar título a esta entrada, e introducir las Señales de humo de Benedetti:

Cuando estás en el filo de lo oscuro
y le rindes honor desde tus huesos
cuando el alma purísima del ocio
pide socorro al universo inútil
cuando subes y bajas del dolor
mostrando cicatrices de hace tiempo
cuando en tu ventanal está el otoño
aún no te despidas / todo es nada /
son señales de humo / apenas eso
tu mirada de viaje o de desiertos
se vuelve un manantial indescifrable
y el silencio / tu miedo más valiente /
se va con los delfines de la noche
o con los pajaritos de la aurora /
de todo quedan huellas / pistas / trazas
muescas / indicios / signos / apariencias
pero no te preocupes / todo es nada
son señales de humo / apenas eso
no obstante en esas claves se condensa
una vieja dulzura atormentada
el vuelo de las hojas que pasaron
la nube que es de ámbar o algodón
el amor que carece de palabras
los barros del recuerdo / la lujuria /
o sea que los signos en el aire
son señales de humo / pero el humo
lleva consigo un corazón de fuego

Mario Benedetti, Buzón de tiempo.

Índigo, de la imagen. Luciana Marinho del título de la entrada. Y Benedetti de las palabras, dedicadas hoy especialmente al corazón que late lirismo y al corazón de nieve y colores. Melody Gardot de Who Will Comfort Me, enlazada dos veces al filo de lo oscuro.

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