La efervescencia de la gaseosa
Esa tarde del verano de 2011 eran tiempos de feria moderna, perdida ya la gracia de los caballitos y los algodones de azúcar de las antiguas ferias. Y justo esa tarde empezaste tú a desgranar para mí tus ferias, esas primeras alegrías de infancia cuando, con tu padre y tu hermana, te acercabas a olores, colores y sabores de antaño: garrapiñadas, turrones...
Era verano. Hacía calor. Un calor sofocante como hace en los veranos de la Mancha. Y tú esperabas ansioso vuestra llegada a los puestos de los feriantes. Antes, ya te anticipabas al picoteo en la lengua y en la garganta. Casi eran las once de la noche pero aún hacía mucho calor. Tu padre sacaba los “cuartos” de su monedero. Ya casi había llegado el momento. Tus papilas se exaltaban. Observabas con calma el monedero y las dos monedas que tu padre entregaba al feriante a cambio de dos botellas de gaseosa, una para ti, otra para tu hermana. Paciente esperabas. Tomabas la botella de gaseosa la Pitusa entre tus manos y sentías entonces su dulzor en la lengua, el chisporroteo de su efervescencia en la garganta. Saboreabas lentamente toda la espera de esa diminuta botella de gaseosa, deleitándote en cada sorbo. Luego, si se podía y los “cuartos” lo permitían, caía también un trozo de turrón o una vuelta en el carrusel y, después, a casa con la boca plena de dicha y los oídos llenos de sonidos, burbujas y tracas.
Recuerdo tus ojos con diminutos diamantes mientras explicabas que hogaño no irías a la feria con tu nieta. Te quedarías con Ella. Y ahora que Ella te ronda, ya casi te cerca, y pinta de negro tus pulmones y de hoces tu gris y rala cabellera, ahora que ya no te quedan burbujas, ni colores a los que aferrarte, me abrazo a la anécdota de tus días de feria. ¡Quién sabe si tal vez la efervescencia te devuelva un leve atisbo gaseoso, un breve rabo de nube...!
¿Alguien puede darme un recogedor de penas, un barredor de tristezas que pueda escampar la tormenta para devolverte una brizna de esperanza siquiera?
Pero el eco ronronea: ¿acaso puede haber esperanza cuando la cardencha extiende sus implacables brazos de afilada guadaña certera?
¿Alguien puede darme un recogedor de penas, un barredor de tristezas que pueda escampar la tormenta para devolverte una brizna de esperanza siquiera?
Pero el eco ronronea: ¿acaso puede haber esperanza cuando la cardencha extiende sus implacables brazos de afilada guadaña certera?
Índigo, de trazos e imágenes. Silvio Rodríguez de Rabo de Nube, canción enlazada.
Que bonitas fotografías y que bien acompañadas de ese texto maravilloso.
ResponderEliminarUn abrazo
Rabo de nube, fue una de las dos canciones de Silvio que me acompañaron en mi adolescencia, parte de mi quedó en esa melodía...Mi bella amiga, ¡qué decir!, es el mejor texto que te he leído. Has ido más allá del recuerdo y del tatuaje de las añoranzas. Has logrado traspasar tu esperanza a éste ojo que busca vencer la guadaña de las lágrimas.
ResponderEliminarUn beso querida Índigo.
Preciosas fotos con los bonitos colores del otoño, componen un delicioso mosaico. Tu relato me ha evocado mi infancia y los días de feria, pues todas las ferias de La Mancha eran iguales, aunque en mi época ya había coches de choque. Pero la gaseosa era mi bebida estrella, porque los refrescos eran demasiado caros y prefería beberme 4 gaseosas en vez de un refresco. Besos.
ResponderEliminarDebe ser la feche.
ResponderEliminarLa muerte sale por todas partes.
Saludos.
Me gustan mucho el texto y las fotos. Te lo has currado bien y has logrado captar el color de la epoca.
ResponderEliminarSaludos.
Pues yo aun recuerdo esas escenas del texto...que añoranza...esas torridas tardes de verano en donde no paras de ver gente y vendedores ambulantes....gente de la vida y personas con dos caras...elefantes y feriantes que un dia te ofrecen cierta fantasia por la que repites y de vuelta a casa te das cuenta de que una parte de tu corazon se queda atras,,,,las fantasias y los milagros son como primos hermanos....lo peor es que ,,,,,, esos tiempos ya no vuelven y la mitad de los que ambientamos esas tardes de verano...TAMPOCO....un abrazo indigo y preciosa entrada...de verdad.
ResponderEliminarBird.
a mi lo del barredor de tristezas y el recogedor de penas me ha llegado al alma!
ResponderEliminarun beso,
elena
¡¡Que bello texto acompañas a las imágenes ......! ¿Alguien puede darme un recogedor de penas, un barredor de tristezas!!
ResponderEliminar..con esto me quedo..me ha parecido precioso
Un abrazo
Como desde el momento que me haces un comentario ya es mio, el tuyo lo he puesto de pie de foto, es realmente precioso. Besos.
ResponderEliminarEstupenda entrada. Me encanta esa primera fotografía
ResponderEliminarUn abrazo
* tanto fue el cántaro a su fuente
ResponderEliminarque cargó en vacío las penas
y se las recogió el aire
sin clamar*
Con el Silvio siempre me queda una deuda pendiente. Siempre aun cuando tengo y tengo 'rabo de nube'
* a las reinas les huelgan tronos. Pues que reinas son* []
besos abrazos