El obsequio, Mia Couto
recibió el presente.
Era su día, le dijeron.
Se extrañó:
¿Los demás días no eran suyos?
Se acercó.
Observó.
El regalo,
era tan poca cosa
que ni regalo parecía.
— ¿Qué es esto?, preguntó.
— Es un obsequio, respondieron.
¿De qué obsequio podía tratarse
si no tenía forma alguna?
— Ábrelo.
Abrirlo, ¿cómo
si no tenía exterior ni interior?
— Prueba.
¿Cómo probar
lo que no puede asirse?
Miró mejor.
Se fijó no en el obsequio,
sino en los ojos de quien se lo daba.
Y entonces:
lo que era nada
pareció ser todo.
Agradecido
presentó palabra y beso.
Lo obsequiaban
con la divina gracia de inventar.
Un talento
para no tener nada.
Y un don