La rêveuse y la montaña mágica
Si abres los ojos, puedes
oír
oír
la montaña:
Al borde del sueño, en la cima adivinada, me ves. Revelas fotografías. Hablas y parece que mientes. Callas y parece que olvidas. En la infinita cumbre efímera escuchas el agua. Y el hielo. Pero escuchar no basta y ya solo de tus pestañas oyes ecos. Dices cuanto sabes y sientes. Y quedas sin alma, sin habla, balbuciendo. Debes aprender a callar. El fuego cuando se revela no se sabe revelar. Crees adivinar pero adivinar no basta. ¡Si tan solo supieras adivinar y callar! Mas nada temas. Persevera: también tú serás efímera infinita. Y sabrás.
Índigo Horizonte, de trazos e imagen (reedición).