Ra


Ra amaba el sol. Ra amaba el agua. Ra amaba la luna. De sus manos nacieron flores. De sus flores, rosas. De sus rosas, alas. De sus alas, cielos. Ni sierpe ni veneno ni bruma inocularon a Ra con su hielo. De corazón a corazón pasan
 los más secretos secretos. Juro por el sol y el agua y la luna y las flores y las rosas y las alas y los cielos que el juramento que arde siempre conserva su viento: ni veneno ni sierpe ni bruma rozan su barca de fuego.

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Entre la palabra y el silencio, el sosiego.

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