Bramido en blanco y negro



Sólo musitó un deseo: ¡desnúdame!
Atónita, ante este bramido inesperado,
no supe qué decir, ni cómo hacer.



Desconcertada, tomé la cámara
y, desde mi refugio, disparé
para marcharme después.

Índigo, de trazos e imagen.

Entradas populares de este blog

Carta a Josefa, mi abuela, José Saramago

Los verdaderos poemas son incendios, Vicente Huidobro

Respuesta, José Hierro

Para ser Grande, Ricardo Reis

Obsesión del Mar Océano, Mário Quintana