Ruiseñor y autoabrazo



Era un día sencillo. Un día cualquiera. Un día de nubes, cigüeñas, ramas altas y ruiseñor pequeño. Era un día sencillo. Entre cenizas y azul, un leve balbuceo: « Dans ma maison qui n’est pas ma maison, tu viendras. » Era un día cualquiera. Un día sencillo. Se oyó un leve suspirro en el murmullo del viento. Tras un tenue forcejeo, se miraron perplejas. Cejó todo. Se hizo sonoro el silencio. Y al fin pasó Nuria a través del espejo.




©Índigo (nuria p. serrano) de los trazos y la primera imagen. ©Mi hija, de once años, de la segunda, tomada y retocada por ella. Gracias a tod@s, especialmente a los que habéis sabido "guardarme" el secreto de una dualidad que hoy concluye.

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