Cuando la muerte vino a buscarte, yo aún rezaba. Era mi rezo un monótono cántico que te cantaba. Luego, llegó la tarde y llegó la noche y la mañana. Tú ya no estabas. En el cuarto pequeño su voz temblorosa rasgó mi mirada. Desde entonces te canto y, aunque todo es ya rictus de un recuerdo vago, aún sigo trazando el pétalo blanco de nuestro abrazo. 





nuria p. serrano, ÍndigoHorizonte 2017, de trazos e imagen. 



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