La isla VII


La isla VII

Volví a la isla. Anduve por majadas. Y por prados. A la orilla del río, junto al barro, múltiples mariposas circundando. Volaban unos segundos. Después caminaban. Me senté a su lado. Se sucedían sus pasos. Parecían beber, pisando el barro. Absorta en su observación, estuve un buen rato. De vuelta en la cabaña, un rumor callado: cinco de agosto. Por primera vez, había olvidado el cuatro. Perdóname, padre. Ya no soy huérfana. He necesitado cuarenta y un años para lograrlo.

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